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el Cuerno

¿Quién de nosotros

nunca tocó un amuleto o pronunció una frase un poco curiosa para evitar la negatividad? Son gestos y actitudes cuyos orígenes se pierden en las brumas del tiempo.
En la antigua Grecia, las mujeres usaban un pequeño falo de terracota, un símbolo de fertilidad en honor al dios Príapo. Este objeto fue llevado por los romanos a Italia, donde debido a una especie de censura tomó una forma menos alusiva, transformándose en un cuerno de animal.
Más tarde, el pueblo napolitano adoptó el cuerno como un objeto propicio y de buena suerte, hasta el punto de convertirlo en un símbolo de la identidad napolitana.
El cuerno debía tener tres características: hecho a mano, en terracota, de color rojo.

Incluso hoy, cada napolitano, como broma o convicción, toca el cuerno para alejar las negatividades y alejar el mal de ojo.
De ahí la idea de crear una nueva interpretación del cuerno, a lo que quería darle un significado adicional: de conformidad con las tres reglas obligatorias, por un lado le di al cuerno la forma del clavo de la Pasión de Cristo, en piedra lava negra y arcilla roja como sangre que fluye bajo nuestros pies, por el otro la enriquecí con la máscara de Pulcinella, un personaje de la comedia del arte que representa una de las figuras más supersticiosas de siempre.

Esta

contradicción no debería sorprendernos.

La combinación de lo sagrado y lo profano es recurrente en Nápoles, es parte de su tejido cultural, sólo piense en el "Obelisco de San Gennaro", formado por una aguja en la parte superior de la cual se encuentra la estatua de San Gennaro y una base en la que aparece La escultura de la sirena Parthenope. Después de todo, la Nápoles que amamos es también esto, un complejo de contradicciones entre conceptos opuestos que se mezclan en materia y formas, pero que narran auténticamente el antiguo espíritu napolitano.

Esta contradicción no debería sorprendernos.

La combinación de lo sagrado y lo profano es recurrente en Nápoles, es parte de su tejido cultural, sólo piense en el "Obelisco de San Gennaro", formado por una aguja en la parte superior de la cual se encuentra la estatua de San Gennaro y una base en la que aparece La escultura de la sirena Parthenope. Después de todo, la Nápoles que amamos es también esto, un complejo de contradicciones entre conceptos opuestos que se mezclan en materia y formas, pero que narran auténticamente el antiguo espíritu napolitano.

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